DI NO A TUS DOGMAS

martes, 10 de mayo de 2011

¿Saco a medida de quién?

Del Tractat del lobo estepario de El lobo estepario de Hermann Hesse. Esto hace casi un siglo, así que tal vez sería correcto actualizar el término burgués con algún otro más ad hoc a nuestros tiempos. Pero la vigencia es ineludible, es una realidad enquistada en nuestro entorno. Dice así:


[...] Pero el burgués no estima a nada tanto como al yo (claro que un yo desarrollado sólo rudimentariamente). A costa de la intensidad alcanza seguridad y conservación; en vez de posesión de Dios, no cosecha sino tranquilidad de conciencia; en lugar de placer, bienestar; en vez de libertad, comodidad; en vez de fuego abrasador, una temperatura agradable. El burgués es consiguientemente por naturaleza una criatura de débil impulso vital, miedoso, temiendo la entrega de sí mismo, fácil de gobernar. Por eso ha sustituido el poder por el régimen de mayorías, la fuerza por la ley, la responsabilidad por el sistema de votación.

     Es evidente que este ser débil y asustadizo, aun existiendo en cantidad tan considerable, no puede sostenerse, que por razón de sus cualidades no podría representar en el mundo otro papel que el de rebaño de corderos entre lobos errantes. Sin embargo, vemos que, aunque en tiempos de los gobiernos de naturalezas muy vigorosas el ciudadano burgués es inmediatamente aplastado contra la pared, no perece nunca, y a veces hasta se nos antoja que domina en el mundo. ¿Cómo es esto posible? Ni el gran número de sus rebaños, ni la virtud, ni el common sense, ni la organización serían lo bastante fuertes para salvarlo de la derrota. No hay medicina en el mundo que pueda sostener a quien tiene la intensidad vital tan debilitada desde el principio. Y sin embargo, la burguesía vive, es poderosa y próspera. ¿Por qué?

     La respuesta es la siguiente: por los lobos esteparios. En efecto, la fuerza vital de la burguesía no descansa en modo alguno sobre las cualidades de sus miembros normales, sino sobre las de los extraordinariamente numerosos outsiders, que puede contener aquélla gracias a lo desdibujado y a la elasticidad de sus ideales. Viven siempre dentro de la burguesía una gran cantidad de temperamentos vigorosos y fieros. Nuestro lobo estepario, Harry, es un ejemplo característico. Él, que se ha individualizado mucho más allá de la medida posible a un hombre burgués, que conoce las delicias de la meditación, igual que las tenebrosas alegrías del odio a todo y a sí mismo, que desprecia la ley, la virtud y el common sense, es un adepto forzoso de la burguesía y no puede sustraerse de ella. Y así acampan en torno de la masa burguesa, verdadera y auténtica, grandes sectores de la humanidad, muchos millares de vidas y de inteligencias, cada una de las cuales, aunque se sale del marco de la burguesía y estaría llamada a una vida de incondicionalidad, es, sin embrago, atraída por sentimientos infantiles hacia las formas burguesas, y contagiada un tanto de su debilitación en la intensidad vital, se aferra de cierta manera a la burguesía, quedando de algún modo sujeta, sometida y obligada a ella. Pues a ésta le cuadra, a la inversa, el principio de los poderosos: "Quien no está contra mi, está conmigo".

     Si examinamos en este aspecto el alma del lobo estepario, se nos manifiesta éste como un hombre, al cual su grado elevado de individuación lo clasifica ya entre los no burgueses, pues toda individuación superior se orienta hacia el yo y propende a su aniquilamiento. [...] La inmensa mayoría de los intelectuales, la mayor parte de los artistas pertenecen a este tipo. Únicamente los más vigorosos de ellos traspasan la atmósfera de la tierra burguesa y llegan al cosmos, todos los demás se resignan o transigen, desprecian la burguesía y pertenecen a ella sin embargo, la robustecen y glorifican, al tener que acabar por afirmarla para poder seguir viviendo. [...] Los pocos que consiguen desgarrarse con violencia logran lo absoluto y sucumben de manera admirable; son los trágicos, su número es reducido. Pero a los otros, a los que permanecen sometidos, cuyos talentos son con frecuencia objeto de grandes honores por parte de la burguesía, a éstos les está abierto un tercer imperio, un mundo imaginario, pero soberano: el humorismo. [...] El humorismo es siempre un poco burgués, aun cuando el verdadero burgués es incapaz de comprenderlo. [...] Al poseído de Dios le es, sin duda, muy posible afirmar al criminal, y viceversa; pero a ambos, y a todos los otros seres absolutos, les es imposible afirmar aquel término medio tibio y neutral, lo burgués. Sólo el humorismo, el magnífico invento de los detenidos en su llamamiento hacia lo más grande, de los casi trágico, de los infelices de la máxima capacidad, sólo el humorismo (quizá el producto más característico y más genial de la humanidad) lleva a cabo este imposible, cubre y combina todos los círculos de la naturaleza humana con las irradiaciones de sus prismas. Vivir en el mundo como si no fuera el mundo, respetar la ley y al propio tiempo estar por encima de ella, poseer "como si no se poseyera", renunciar como si no se tratara de una renunciación -tan sólo el humorismo está en condiciones de realizar todas estas exigencias, favoritas y formuladas con frecuencia, de una sabiduría superior a la vida.

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