DI NO A TUS DOGMAS

viernes, 18 de septiembre de 2009

Defensa recelosa ante lo ... ¿adverso?


Me imagino que así como quien es arrancado de su hogar a la fuerza, jalado por los que profanan el refugio, y araña lo que pueda de suelo y paredes, jalando pastos y piedras, tratando no sólo de evitar el despegue, sino de llevarse consigo, aunque sea encarnado en las yemas de los dedos un poco de su mundo, de su identidad y de su comprensión de la realidad, lucho yo también por enraizar lo más posible en mí lo que sea que me defina. Todo aquello que me haga distinto al nuevo entorno es lo que más defiendo, lo que trato de lucir, con la cautela de que no sea hurtado por alguna exagerada exposición, y lo que me hace sentir orgulloso. En ocasiones, he de aceptar, confundiendo las amenazas con simples actos de adaptación, que me obligan a buscar al adversario en mi mismo. Pero a final de cuentas haciendo el esfuerzo.
Mucho ha quedado por ahora atrás, lejos, y por esa misma conciencia es que temo perder lo que me guardé de mi tierra en el corazón.
He dejado una familia, un amor, un país y una lucha; mi familia, mi amor, mi país y ¡mi lucha! Decidí partir volando de aquel árbol que todo lo tenía, que me mantenía acobijado, feliz y que me permitía seguir extendiendo ramas a mi gusto, para volver a empezar a ras de suelo; deshierbando alrededor de una nueva minúscula plantita que apenas brota. ¿Por qué?
Al tiempo que rasco en busca de respuestas en mi interior, simplemente me consolaré con pensar que ese mismo cobijo, felicidad y crecimiento me ha lanzado a volar por nuevos aires, cosechar nuevos frutos y conocer otros mundos, que me permitan en otro momento volver a mi árbol patrio con la sapiencia de lo que sea necesario podar, y lo otro que deba ser mejor cuidado para mi familia, amor, país y lucha.
Mientras eso suceda seguiré lamiendo, tal vez a oscuras, lo que haya quedado encarnado en mis yemas cuando partí.