DI NO A TUS DOGMAS

domingo, 14 de noviembre de 2010

Un día en Barcelona

- ¿A qué hora te levantas mañana?
- ¿Qué hora es?
- Las doce.
- Pues a las ocho entonces.
- Pero si no tienes clase mañana.
- Pero aún así tengo que ir a la escuela. Dependiendo de la hora a la que me acueste pongo la alarma ocho horas después. A menos que tenga clase y tenga que levantarme antes.
- Vale pues, bona nit.
- Bona nit.

Suena la alarma. Ocho de la mañana. Que suene otras dos veces. Ocho y veinte. Me levanto. ¿Qué hago? Nunca tengo hambre en las mañanas. Yo creo que eso está mal. Mi mamá me regañaría si supiera que diario salgo sin desayunar. ¿Manzana, granola y yogurt al menos? Mierda, no he ido al súper. Ni modo, aunque sea un vaso con leche. Y no porque tenga hambre, sólo porque mi mamá me dijo de no salir con la panza vacía. Todos dormidos. Abro la puerta, salgo y la cierro. Bajo por las escaleras corriendo. ¿Por qué corro? No hay prisa pero siempre me gusta bajar las escaleras corriendo.
Salgo del edificio.
- ¡Viva México!
- ¡Visca Catalunya!
- ¡Lliure!
Todas las mañanas el del puesto de periódicos que está justo a la entrada del 'mundo exterior' me saluda así. Yo respondo. Dice que debo decir "Viva Cataluña Libre" pero yo sólo digo "Viva Cataluña". Sigo sin convencerme de esa lucha por la independencia de Cataluña. No me gusta nada que tenga que ver con pintar fronteras y crear secesión. Es legítimo el reclamo, pero no la propuesta de solución. Así que sólo digo visca Catalunya.
A veinte pasos la boca del metro. Hospital Clínic. Siempre salen hordas de gente justo cuando voy entrando. Se complica cruzar. Es una masa uniforme de gente moviéndose en una sola dirección. Aunque sean individuos los que lo forman, no es fácil cruzar la corriente. Al que te le metes de tajo para poder entrar se molestará sin duda sin saber que no hay otra forma de hacerlo y que tendría que esperar bastante si espero a que pasen todos.
Me meto al metro con mi boleto de jubilados. Uno rosa. Supongo para que sea fácil de reconocer si lo usa alguien que obviamente no es jubilado. Pues yo uso ese. ¿Por qué lo uso? ¿Por qué me cuelo al metro en ocasiones?
- Pues porque es demasiado caro.
- Pero es un muy buen servico.
- ¿Y qué? Debería ser un servicio público. Debería ser gratuito.
- Tu ni siquiera eres de aquí. No pagas impuestos como para reclamar ningún servicio.
- Soy parte de esta comunidad ahora. Soy estudiante y puedo y debo protestar ante lo que considere injusto.
- No me convence del todo.

¿Por la vía larga o corta? Hay dos formas de llegar a la universidad. Una es la vía larga. Lo bueno de esa es que así me doy más tiempo para leer. Lo poco que leo lo hago siempre en el metro. De libros digo, porque el periódico y otro tipo de informaciones por internet lo hago más seguido. Pero libros sólo en el metro. Así que si tomo la vía larga puedo leer más y eso me gusta. Sólo son quince minutos más de trayecto que aprovecharé mejor leyendo que llegando antes a la escuela.
Pues tomo el camino corto. ¡Maldita sea!
Que mujeres tan guapas van en el metro. Debería considerar hacer un plan para acercarme a alguna algún día. Sería interesante.
- ¿Dónde se conocieron?
- En el metro.
Así de fácil.

Bajo en Zona Universitaria. Cruzo la facultad de Economía de la UB. A la mitad hay un bebedero. Tengo el problema de nunca tomar agua. Tomo muy poca y ya en algunas ocasiones he tenido problemas en los riñones por eso. Así que me detengo y bebo un poco. Aunque no tenga sed. Nunca tengo sed. Es raro. Nunca me da sed.

Llego a mi escritorio. Dejo mi mochila. Saludo a los demás que están en el despacho. No me interesa conocerlos.
- ¿Por qué?
- No sé. Siento que no vale la pena. Son estudiantes de doctorado en ingeniería en telecomunicaciones. ¿Qué pueden tener de interesante? Ya tengo muy distraída la cabeza en muchas cosas. Estando en esa sala es de las pocas ocasiones que me puedo dedicar a mis reflexiones sin que me interrumpan. Si los llego a conocer me van a distraer.
- Que mamón eres.

Leer un poco el periódico. Página de inicio: La Jornada. Titulares. Como no hay mucho tiempo para leer el periódico, cuando está apretada la agenda resumo mi actualización con leer la editorial y ver los cartones de los caricaturistas. Siempre son buenas formas de mantenerse al tanto.
- ¿Por qué no lees otro periódico?
- Porque La Jornada es el que más me gusta.
- Por su tendencia política.
- Sí.
- Lee desde la otra perspectiva también. Lee El Universal aunque sea para comparar enfoques.
- No me da tiempo.
- ¿Por qué no lees El País?
- Esa mierda que se hace llamar periódico de izquierda es una burla. Además no me da tiempo.
- Una vez más te cierras a leer sólo lo que pasa en México y no lees de lo que pasa acá.

Una de la tarde. A comer. ¿Que vas a pedir?
- No hay platillos vegetarianos.
- No eres vegetariano.
- Bueno pero le he bajado mucho al consumo de carne. En la casa ya no comemos carne. Nadie.
- Pide el pescado entonces.
- Ya lo pedí ayer. Además no me llena.
- Pues aunque sea pide el pollo.
- No me motiva.

Nunca pido refresco, siempre agua. Aunque acepto que siempre se me antoja el refresco. Pero son los de Coca-Cola. Trato de boicotearlos. Sólo tomo Coca cuando ha sido purificada con ron. Como, café y de regreso al escritorio.
Se suponía que había decidido empezar con la tesis y llevar pocas materias para poder tener horarios fijos, trabajar las mañanas completas y a media tarde, como a las siete máximo, poder salir y dedicarme a otras cosas. Pero la escuela está dura. Dan las nueve de la noche y sigo ahí porque hay que estudiar.

Las nueve. Vámonos. ¿Me llevo la laptop? No, déjala. Olvídate de ella un rato. Me parece bien. Me pongo la sudadera y "me piro". Me pongo el iPod y voy cantando. Alguien se acerca. ¿Me oyen cantar? Me quito los audífonos y escucho qué tan fuerte se oye lo que canto. Y bajo el volumen de mi voz.
- ¿Por qué lo bajas?
- No sé. Me da un poco de pena.
- ¿Te das cuenta de que no tiene sentido?
- Sí.
- ¿Y por qué lo haces entonces? ¿Por qué te callas si sólo estás cantando?
- Tal vez me vea ridículo.
- Pero disfrutas mucho cantar.
- Sí.
- ¿Es más fuerte la estúpida vergüenza que tu gusto por cantar?
- Tristemente sí.

Saco mi boleto rosa. No hay vigilancia. Mejor me salto. Ya sé que me van a ver feo algunos. Ahí sí me vale madre. Saco el libro y a leer. ¿Tomas el camino largo? No, estoy cansado ya.
Llego de noche al edificio. Entro, camino lentamente y me asomo al buzón con un tenue sentimiento de emoción que se congela en el tiempo. Aún no llega la postal. Ya a estas horas viajo por las escaleras lentamente.