DI NO A TUS DOGMAS

jueves, 19 de mayo de 2011

QuestoQuelotro 4

QUESTO: ¡No puedo callarlo más! Hay algo que no me deja tranquilo. Creo que es un error querer llegar a Marte. Creo que es egoísta seguir invirtiendo tanto tiempo, recursos, espacios y personas a la investigación en áreas de alta tecnología que sólo están destinadas al ocio. Entiendo la necesidad de evolucionar técnicamente para hacer la vida más sencilla, curar enfermedades o disminuir en lo posible el sufrimiento de la gente, pero ¿en qué mejora la vida de alguien cuando le ofreces una tecnología de cuarta generación en las comunicaciones móviles? ¿Qué cambia que represente una mejora en su vida? Simplemente se podrá divertir un poco más. Y no digo que esto no esté bien, es sólo que hay mayores prioridades en este mundo. Demasiada energía imprimida en estos campos cuando aún no está resuelto el problema del hambre. Millones de personas siguen muriendo de hambre y de enfermedades curables en este planeta.
¿No existe entonces un desequilibrio en las áreas de investigación a las que la humanidad se está concentrando? ¿Por qué no resolvemos primero asuntos de primera necesidad y una vez resueltos nos ponemos a inventar nuevos Nintendos?
¿Una nueva Agencia Espacial? Treinta millones en pobreza alimentaria y, ¿se pretende tener una agencia espacial? Creo que hay un error.

QUELOTRO: No se puede limitar la investigación científica y tecnológica. Si se limita se cancela el futuro evolutivo de la sociedad. Los problemas de pobreza no son por una falta de investigación en las áreas sociales o económicas, son por errores de implementación, son por vicios humanos que no permiten que se utilicen las herramientas ya creadas para curar los problemas básicos de la humanidad. No se va a corregir eso concentrando menos esfuerzos en la investigación tecnológica. Por ejemplo, gracias a cosas descubiertas por Fourier hace más de dos siglos, contamos hoy en día con la tecnología digital. Lo que hoy estemos descubriendo e investigando podrá parecernos inútil, pero puede significar mejoras en la vida del ser humano en el futuro.

continuará...

domingo, 15 de mayo de 2011

Escribe por ahí Hermann Hesse:

Un hombre capaz de comprender a Buda, un hombre que tiene noción de los cielos y abismos de la naturaleza humana, no debería vivir en un mundo en el que dominan el common sense, la democracia y la educación burguesa.

QuestoQuelotro 3

QUESTO: La gigantesca mayoría de los seres humanos tienen exactamente las mismas capacidades físicas e intelectuales. Las exepciones radican en los superdotados. Las brechas que se crean entre individuos en el carácter de capacidades fisiológicas y en el llamado coeficiente intelectual, radican únicamente en los miedos que cada uno tiene. El miedo a hacer cualquier cosa en la vida, desde correr hasta pensar, limita los alcances que potencialmente tenemos desde el nacimiento para desarrollar nuestras máximas capacidades. Éstas, repito, no se diferencian entre personas.

QUELOTRO: Sí, la cantidad de miedos que uno genera a lo largo de la vida es indirectamente proporcional al autoestima y a la confianza en sí mismo. Pero no tienen todos exactamente las mismas capacidades, es sólo que las diferencias innatas son sumamente pequeñas comparadas con las que se van creando a partir de los mentados miedos.

jueves, 12 de mayo de 2011

Quiero que vengan las notas

Las notas pal cuaderno blanco sin rayas pintadas. Sólo rayas por las que se filtra la tinta cuando es poco espesa, las que pertenecen al mismo material de la hoja. Las que quisiéramos ver más de cerca para estudiar la formación de los que parecen ser fractales. Siguiendo la línea que marca el tejido enramado del papel.
Ahí irán las notas que se vayan escupiendo desde la cabeza, la memoria, los sueños, las dudas y los amores. Deberán ir las notas entonces cerca de uno, bajo el brazo o bajo la cremallera de cual sea el bolso amigo de todo o cualquier andar.
Y esta vez también irán las notas de la mano de la belleza. La belleza caligráfica, la belleza lingüística y también, cuando quepa, la belleza plástica que pueda emanar de algún dibujo. Dibujo abrazado por aquellos fractales de ríos de tinta absorbida por las fibras blancas, muy blancas, del papel. Papel grueso, robusto, con sonido. Que denote fuerte personalidad al ser tocado, acariciado o vuelto, de modo que prohíba albergar banalidades.
Las notas pal cuaderno blanco sin rayas pintadas. Sin artilugios que distraigan a posibles, jóvenes, futuros lectores.
Voy a buscar el cuaderno.

martes, 10 de mayo de 2011

El infierno de los vivos

“El infierno de los vivos no es algo por venir: hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos; aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es riesgosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio”.


Italo Calvino

¿Saco a medida de quién?

Del Tractat del lobo estepario de El lobo estepario de Hermann Hesse. Esto hace casi un siglo, así que tal vez sería correcto actualizar el término burgués con algún otro más ad hoc a nuestros tiempos. Pero la vigencia es ineludible, es una realidad enquistada en nuestro entorno. Dice así:


[...] Pero el burgués no estima a nada tanto como al yo (claro que un yo desarrollado sólo rudimentariamente). A costa de la intensidad alcanza seguridad y conservación; en vez de posesión de Dios, no cosecha sino tranquilidad de conciencia; en lugar de placer, bienestar; en vez de libertad, comodidad; en vez de fuego abrasador, una temperatura agradable. El burgués es consiguientemente por naturaleza una criatura de débil impulso vital, miedoso, temiendo la entrega de sí mismo, fácil de gobernar. Por eso ha sustituido el poder por el régimen de mayorías, la fuerza por la ley, la responsabilidad por el sistema de votación.

     Es evidente que este ser débil y asustadizo, aun existiendo en cantidad tan considerable, no puede sostenerse, que por razón de sus cualidades no podría representar en el mundo otro papel que el de rebaño de corderos entre lobos errantes. Sin embargo, vemos que, aunque en tiempos de los gobiernos de naturalezas muy vigorosas el ciudadano burgués es inmediatamente aplastado contra la pared, no perece nunca, y a veces hasta se nos antoja que domina en el mundo. ¿Cómo es esto posible? Ni el gran número de sus rebaños, ni la virtud, ni el common sense, ni la organización serían lo bastante fuertes para salvarlo de la derrota. No hay medicina en el mundo que pueda sostener a quien tiene la intensidad vital tan debilitada desde el principio. Y sin embargo, la burguesía vive, es poderosa y próspera. ¿Por qué?

     La respuesta es la siguiente: por los lobos esteparios. En efecto, la fuerza vital de la burguesía no descansa en modo alguno sobre las cualidades de sus miembros normales, sino sobre las de los extraordinariamente numerosos outsiders, que puede contener aquélla gracias a lo desdibujado y a la elasticidad de sus ideales. Viven siempre dentro de la burguesía una gran cantidad de temperamentos vigorosos y fieros. Nuestro lobo estepario, Harry, es un ejemplo característico. Él, que se ha individualizado mucho más allá de la medida posible a un hombre burgués, que conoce las delicias de la meditación, igual que las tenebrosas alegrías del odio a todo y a sí mismo, que desprecia la ley, la virtud y el common sense, es un adepto forzoso de la burguesía y no puede sustraerse de ella. Y así acampan en torno de la masa burguesa, verdadera y auténtica, grandes sectores de la humanidad, muchos millares de vidas y de inteligencias, cada una de las cuales, aunque se sale del marco de la burguesía y estaría llamada a una vida de incondicionalidad, es, sin embrago, atraída por sentimientos infantiles hacia las formas burguesas, y contagiada un tanto de su debilitación en la intensidad vital, se aferra de cierta manera a la burguesía, quedando de algún modo sujeta, sometida y obligada a ella. Pues a ésta le cuadra, a la inversa, el principio de los poderosos: "Quien no está contra mi, está conmigo".

     Si examinamos en este aspecto el alma del lobo estepario, se nos manifiesta éste como un hombre, al cual su grado elevado de individuación lo clasifica ya entre los no burgueses, pues toda individuación superior se orienta hacia el yo y propende a su aniquilamiento. [...] La inmensa mayoría de los intelectuales, la mayor parte de los artistas pertenecen a este tipo. Únicamente los más vigorosos de ellos traspasan la atmósfera de la tierra burguesa y llegan al cosmos, todos los demás se resignan o transigen, desprecian la burguesía y pertenecen a ella sin embargo, la robustecen y glorifican, al tener que acabar por afirmarla para poder seguir viviendo. [...] Los pocos que consiguen desgarrarse con violencia logran lo absoluto y sucumben de manera admirable; son los trágicos, su número es reducido. Pero a los otros, a los que permanecen sometidos, cuyos talentos son con frecuencia objeto de grandes honores por parte de la burguesía, a éstos les está abierto un tercer imperio, un mundo imaginario, pero soberano: el humorismo. [...] El humorismo es siempre un poco burgués, aun cuando el verdadero burgués es incapaz de comprenderlo. [...] Al poseído de Dios le es, sin duda, muy posible afirmar al criminal, y viceversa; pero a ambos, y a todos los otros seres absolutos, les es imposible afirmar aquel término medio tibio y neutral, lo burgués. Sólo el humorismo, el magnífico invento de los detenidos en su llamamiento hacia lo más grande, de los casi trágico, de los infelices de la máxima capacidad, sólo el humorismo (quizá el producto más característico y más genial de la humanidad) lleva a cabo este imposible, cubre y combina todos los círculos de la naturaleza humana con las irradiaciones de sus prismas. Vivir en el mundo como si no fuera el mundo, respetar la ley y al propio tiempo estar por encima de ella, poseer "como si no se poseyera", renunciar como si no se tratara de una renunciación -tan sólo el humorismo está en condiciones de realizar todas estas exigencias, favoritas y formuladas con frecuencia, de una sabiduría superior a la vida.