DI NO A TUS DOGMAS

viernes, 9 de abril de 2010

Muerte anunciada

Hoy soñé que moría. Escondido abajo de un fregadero, en la cocina de una casa grande incrustada en el monte, parece ser que los rebeldes allá afuera no aguantaron más y una docena de soldados entraron al refugio. Yo conversaba con otras tres personas y fui el que dio la alarma de que se acercaba corriendo el enemigo. Nos agachamos, y desarmados esperamos unos segundos antes de que uno saltara hacia la cocina y simplemente nos disparara a todos.
A mi me dieron en el cuello. Sentí la herida y la sangre. El sueño no terminó con el estruendo del rifle o con el dolor por la bala. Aún hubo tiempo, y sabiendo que me quedaban reducidos instantes de vida empecé a agradecer por todo lo que había vivido y por la gente que había conocido. No me lamenté de nada.
Entonces sí desperté. Desperté y pude reiterar que si hoy me muriera moriría feliz. Tal vez con algunos pendientes que hacer en vida, pero satisfecho con lo hecho. Que se sepa pues: si muero pronto lo haré sonriendo.