Porque toda resistencia
siembra consciencia política,
y con consciencia
política se cosecha organización popular.
Mucho se dice sobre el plantón en
Avenida Reforma convocado por Andrés Manuel López Obrador como
protesta ante el fraude efectuado en las elecciones presidenciales
del 2006. Muchos dicen que poco habría que criticarle si no hubiera
él tomado esa decisión. Muchos dicen que fue un error. AMLO afirma
que se jugó de esa forma para calmar los impulsos violentos que
mucha gente veía como opción ante la burla que se le había hecho
al pueblo de México; una vez más, al menos, después de la del 88.
Esto último puede ser cierto, pero hay otra hipótesis que me ha
llamado la atención. El plantón fue un acto de insubordinación,
resistencia al sometimiento de la oligarquía mexicana y, sin duda,
significó un profundo enquistamiento de esperanza que marcó a mucha
gente. Esa esperanza, convertida en vocación de lucha, que germinó
durante seis años es la que permitió que durante estos últimos
meses fuera la propia gente, por mera convicción, la que
principalmente moviera conciencias, hiciera campaña a nivel de
calle, y la que respondió ante el llamado de organización. Si no
hubiera existido plantón, tal vez no habría críticas, pero tampoco
se hubiera gestado la organización popular a nivel nacional como
existe hoy en día; la organización del MoReNa.
Y como columna vertebral de dicha
organización, se edificó, durante la última etapa de esta
trayectoria hacia el 1º de julio, la estructura de la defensa del
voto. MoReNa se dispuso a movilizar a la gente que simpatiza con el
proyecto del movimiento para cuidar que el ejercicio de las
elecciones sea legal, limpio, sin fraude. Y se ha logrado. Según un
dato que dió a conocer la mañana de ayer Jorge Alcocer en el
noticiero de Carmen Aristegui, de las aproximadamente 145 mil
casillas que se instalarán en todo México, sólo 258 no cuentan con
representantes de casilla de algún partido del Movimiento
Progresista. Es decir, únicamente el 0.18% carece de representación
de alguno de los partidos que postulan a López Obrador.
MoReNa acordó con el Partido del
Trabajo o con Movimiento Ciudadano, dependiendo del estado, que
MoReNa consiguiera, organizara y capacitara a los representantes de
casilla de todo el país, y que los partidos cederían su nombre para
hacer el registro ante el IFE, dado que MoReNa no puede hacerlo por
no ser partido político.
Si no hubiera habido plantón esto no
se hubiera logrado de la forma en que se hizo; entre otras grandes
faenas de lo que significó levantar la estructura de la defensa del
voto, hay una muy representativa: a ningún representante de casilla
se le va a pagar. Porque toda resistencia siembra consciencia
política, y con consciencia política se cosecha organización
popular. Todos los que defenderán casilla por parte de MoReNa
actuarán por convicción y convencimiento propio, conscientes de la
necesidad de tener una elección limpia y de lo insostenible que
sería, en términos de paz y justicia, un nuevo fraude.
Así que al menos las prácticas
mapacheras a nivel de casilla, las más burdas, las más cínicas,
podrán ser mermadas casi en su totalidad. Pero aún hay dos vacíos.
Los representantes de casilla no pueden evitar dos cosas: la compra y
coacción del voto, y el fraude cibernético. Este último referido
al fraude a nivel institucional, que se genera en el cómputo
electrónico de los votos. Situación que se llevó a efecto en el
2006.
Para un solo representante de casilla
es imposible evitar el fraude cibernético; no así para la
estructura completa de la defensa del voto. MoReNa tendrá, al
finalizar el cómputo y escrutinio de los votos de todas las
casillas, las actas oficiales con los resultados de todo el país. De
esta forma contará con el respaldo jurídico suficiente para
impugnar cualquier anomalía en los resultados que dé a conocer el
IFE. Esto no se tenía en 2006. Además, MoReNa echará a andar un conteo rápido propio que permitirá tener
resultados a nivel nacional la misma noche del 1º de julio.
En cuanto a la compra y coacción del
voto la situación es más complicada. A nivel de casilla y bajo los
derechos que tiene cada representante, hay delitos electorales que
son simplemente imperceptibles. Prácticas de fraude burdas, como
mencionaba antes, seguro podrán ser evitadas. Entre éstas están la
operación panza, los deditos quemados, el ratón
loco, urnas embarazadas, la operación tamal, y
muchas otras que han sido documentadas a lo largo de varias décadas
de fraudes electorales. ¿Pero qué hacer ante los votos comprados?
Al menos decirle a la gente que reciba todo pero que vote por quien
quiera. Pero existen formas en las que los mapaches electorales
aseguran que el voto comprado sea una inversión efectiva. Hay muchas
formas, pero una de las más frecuentes, y de la que se espera que se
haga mayor uso este próximo domingo, es la famosa operación
carrusel.
El carrusel funciona citando temprano,
en algún local cercano a la casilla, a un gran número de personas a
las que se les ha dicho que se les pagará por votar por algún
partido en particular. Sale una primera persona hacia la casilla,
llevando consigo una hoja en blanco, o una boleta falsificada. Echa a
la urna la hoja en blanco y regresa al local de mapaches con la
boleta real. Los mapaches le pagan, cruzan en la boleta el partido
que deseen y se la entregan al siguiente. Éste va a la casilla, toma
su boleta nueva, se mete a la mampara, se guarda la boleta en blanco,
y echa a la urna la que los mapaches marcaron. Regresa al local con
la boleta en blanco, y el ciclo empieza de nuevo. El límite: el
número de votantes por casilla.
Es una práctica muy efectiva,
silenciosa y que deja poco rastro. Si acaso, al final en el conteo de
votos, se encontrará en la urna una hoja en blanco de la que no se
podrá saber el daño causado.
¿Qué hacer contra los carruseles?
Hacerse presente. Si la gente que va a votar se queda cerca de la
casilla, vigilando cualquier comportamiento extraño y al pendiente
de cualquier local del que esté entrando y saliendo gente
constantemente, las denuncias y el hacer notar que los vecinos se han
dado cuenta de lo que está sucediendo, pueden romper el carrusel. Ya
sea porque la misma gente que está llevando las boletas marcadas se
asuste o se avergüence, o porque los que lo organizan decidan
abortarlo para evitar problemas legales. Pero esto no se logra con un
solo vigilante. Se necesita nuevamente de la organización vecinal
para hacer rondas por las casillas y hacerse notar, sin provocar ni
buscar enfrentamientos. Simplemente haciendo presencia y denunciando
los hechos a los representantes de casilla, a los funcionarios de
casilla y a la FEPADE. Incluso a medios de comunicación para que lo
registren. El carrusel es un instrumento de compra y coacción del
voto. La compra y coacción del voto son delitos.
En su cierre de campaña Andrés Manuel
dijo, tenemos condiciones inmejorables para lograr la
transformación del país.
Hagamos que estas condiciones tengan efecto. El 1º de julio no será
suficiente con votar, habrá que cuidar el voto. Dentro de la casilla
y fuera de ella. Los exhorto a que nos unamos a la demanda histórica
que exige que México tenga unas elecciones limpias.